Hay ciertas fechas que, cada año, persisten en nuestro calendario como un recordatorio de aquello que hemos logrado, el camino que actualmente recorremos, y los objetivos que aún nos faltan por alcanzar. Una de esas fechas se encuentra subrayada en tonos celeste, rosa y blanco: el 31 de marzo, Día Internacional de la Visibilidad Trans*.
AMPGYL no es una entidad LGTBIQ+. No son nuestros derechos los que se defienden, o desdibujan, en función del espacio de debate. No son nuestras realidades las que ganan o pierden legitimidad en función de quien las enuncie, ni nuestras voces las que se distorsionan bajo el ruido mediático.
Puede que no hablen de las familias, pero son nuestres hijes sobre aquelles sobre quienes comentan, esas personas a las que apuntan y sobre cuyas realidades se considera “correcto” debatir. Puede que no hablen sobre nosotras, pero escuchamos cada una de sus palabras.
Este mes hemos vivido un gran avance jurídico, una ley obsoleta -y patologizadora- ha dado paso a un nuevo marco jurídico, dentro del que la identidad de nuestras hijas, hijos e hijes cobra fuerza: la clínica ya no les enuncia, sus voces se bastan por sí mismas.
Este mes hablábamos sobre la nueva Ley, un marco normativo que no es la meta, pero si un buen punto de partida.
Quedan muchas cosas por resolver, existen diversidades que trascienden masculinidad y feminidad, existen realidades no-binarias que deben ser reconocidas, hay voces queer que siguen sin ser escuchadas, pero seguimos aquí, y seguiremos luchando a su lado.
En palabras de Walt Whitman:
“Respuesta
-Que estás aquí — que existe la vida y la identidad,
que prosigue el poderoso drama, y que puedes contribuir con un verso.”
Hoy, nuestro verso es celeste, rosa y blanco.
Feliz día de la Visibilidad Trans*
